"Cuando todo es mercancía, nada tiene valor real: La resistencia de lo humano frente al mercado sin alma"
En una reflexión, Leandro Iribarne desnuda la lógica deshumanizada del mercado y nos llama a rescatar lo esencial: el vínculo comunitario.
En una reflexión, Leandro Iribarne desnuda la lógica deshumanizada del mercado y nos llama a rescatar lo esencial: el vínculo comunitario.
El mercado global impone su lógica con la frialdad de un algoritmo, maximizar ganancias, reducir costos, escalar sin mirar a quién se pisa en el camino. En su mundo, la tierra no es suelo sino recurso; la comida, un commodity; el trabajo, un dato en una hoja de cálculo. Nos dicen que la eficiencia es el único lenguaje válido, que la producción en masa es sinónimo de progreso, que lo artesanal es una nostalgia innecesaria.
En esta lógica el queso de una granja local y el plástico de un empaque en un supermercado son lo mismo: un producto que debe venderse rápido y barato. Pero lo local no solo produce bienes; produce vínculos, memorias, identidad. Un pan horneado en un pueblo más que un alimento, es historia, manos trabajando en conjunto, es un aroma que evoca infancia y pertenencia.
El mercado nos quiere consumidores, no comunidades. Quiere que compremos pan, no que lo hagamos. Que pidamos delivery, no que comamos en mesas largas donde la sobremesa es más importante que la comida. Quiere que veamos el mundo como un catálogo, no como un tejido de relaciones donde cada acción tiene impacto en alguien más.
Resistir esta lógica no es solo una cuestión económica, sino ética y cultural. Recuperar el acto de compartir, de producir no solo para vender, sino para alimentar, cuidar, sostener. Es poner en el centro la experiencia humana por sobre la rentabilidad.
El futuro no está solo en la eficiencia, sino en la capacidad de sostener lo que nos une. Está en los encuentros donde las ideas se cocinan como un buen guiso, con tiempo, con escucha, con afecto. Está en cada comunidad que decide mirar a los ojos en vez de a una etiqueta de precio. En la conversación extendida, en la práctica de hacer algo en conjunto, en la circulación de saberes.
El mercado nos dice que somos individuos aislados, que nuestro valor se mide en lo que poseemos. Pero la riqueza está en lo que compartimos, en lo que sentimos, en las historias que construimos juntos. En una realidad que nos ofrece convertir todo en números, recordar aquello que nos mantiene humanos, reconstruir lo común es, más que un gesto de resistencia, una necesidad vital.
Un día como hoy, 31 de agosto, pero de 1994, el asesinato del conscripto Omar Carrasco pondría en tela de juicio al Servicio Militar Obligatorio que hasta aquel entonces estaba vigente en nuestro país. A 15 días de haber ingresado en el Ejército y después de dos veces de haber ido a visitarlo y no encontrarlo, Francisco Carrasco hizo la denuncia por la desaparición de su hijo. En medio de la decadencia económica, todo Cutral Có buscaba a Omar. El pueblo petrolero empezaba a sentir los coletazos de la ola privatizadora del presidente Carlos Menem que en 1992 había decidido desprenderse de YPF.
Hoy, 22 de agosto, se celebra el Día del Folclore Argentino y el Día Mundial del Folklore. Esta fecha coincide con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti, considerado el "Padre del Folclore" en Argentina, quien nació el 22 de agosto de 1865 en Gualeguay, Entre Ríos. Ambrosetti fue un etnógrafo, arqueólogo y folclorólogo que dedicó su vida a investigar y difundir los elementos culturales argentinos.